PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 18 DE 2020
“…Y a Dios lo que es de Dios”
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. MI saludo y los mejores deseos de paz para la semana que comenzamos. Procuremos en todo entregar a Dios lo que le pertenece, el amor para que Él sea quien ame en cada uno de nosotros.
En el texto del Evangelio, que nos encontramos este domingo (Mt.22, 15-21), se nos hace una descripción de lo que la gente piensa y cree de Jesús. Para la gente, según los personajes que se le acercan para preguntarle acerca del tributo al César, Jesús es maestro, habla la verdad sin que le importe lo que puedan pensar opositores y está dispuesto en todo, lo que dice y hace, a mostrarnos el querer del Padre.
A Jesús los fariseos y Herodianos le hacen una pregunta complicada y además llena de maldad porque querían ponerle una trampa para tener de qué acusarlo. Y Jesús les hace caer en cuenta y en ellos a nosotros, que a Dios le pertenece el corazón del ser humano, es ahí el lugar en el que Él quiere hacer su habitación, en el que quiere quedarse; las cosas materiales desde el corazón cobran su sentido, el que les corresponde.
Lo material debe estar siempre al servicio del ser humano y no al contrario.
Y nosotros debemos corresponder a las cosas del mundo, sus reglas, sus acuerdos con pleno compromiso y plena libertad. Entendemos que lo público es para el servicio de todos, y juntos asumiendo los compromisos y deberes, hacemos que el mundo sea más humano y que de alguna manera estemos en el amor sirviendo a los demás.
De Dios es el corazón limpio y generoso que ama y respeta a los demás. Demos a Dios lo suyo que es el mismo amor con el que nos ama y al mundo lo que le pertenece, pero con la libertad y el compromiso de saber que somos de Dios.
Tenemos la imagen de Dios, le pertenecemos de la misma manera que la moneda le pertenece a César.
Devolviendo a Dios lo que le pertenece (el amor) forjaremos desde Él un mundo diferente. Cuando le damos nuestro amor Él nos llena del suyo y entonces amando con su amor, con el amor que nos ha amado, el Reino de Dios se hace realidad porque así se convierte, por nuestros actos, en un mundo de justicia y de paz.
Que este texto del Evangelio de san Mateo nos ayude a vivir con fidelidad las dos realidades que nos pertenecen, una es material, la del poder y del servicio y la otra es espiritual desde la que podremos iluminar, llenar de paz y de amor lo material junto con cada persona que vamos encontrando. Que nos llenemos de convicciones profundas como la de ser amados, redimidos y enviados para que siempre estemos dispuestos a dar el bien que nos habita y amar con el amor que Dios nos ama.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: http://ow.ly/m1RU50BPou0