PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 24 DE 2021
“Señor que vea”.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor. Una semana plena de bendiciones. Dios que en su Hijo pasa por nuestra vida escuche nuestras súplicas en su amor alcancemos todos la paz y la salud.
El evangelio de este domingo 30 del tiempo Ordinario (Mc.10, 46-52) nos presenta el pasaje de la salida de Jesús de Jericó y su encuentro con el ciego Bartimeo.
Un hombre que escuchó hablar de Jesús y creyó en Él; un hombre que ante el anuncio, la predicación de un anónimo que le habló sobre Jesús y los prodigios que hacía, no dejó pasar el Señor de largo y en una súplica constante logra ser escuchado a pesar del gentío y de los regaños grita al Señor, le pide misericordia y luego en el diálogo le pide que vea. Lo que en otras palabras significa cambiar de vida, comenzar de nuevo, salir de su propia miseria y viendo llenarse de posibilidades.
Algunas personas invitan a Bartimeo a tener confianza, saben que la fe es fundamental y que el llegar pleno en la confianza es ya tener la gracia obtenida, de hecho, Bartimeo se desprende de sus seguridades, de todo aquello que lo identificaba como ciego, como mendigo, y la fe hizo el milagro. La fe lo acercó a Jesús; lo llenó de fuerzas. La fe, le abrió la esperanza y la fe hizo que saltara hacia Jesús y se hiciera un discípulo suyo. Jesús es la esperanza de un hombre que parece condenado a la desgracia. Y la fe es la fuerza de un grito desesperado de quien sabe que el Señor no puede pasar de largo.
También nosotros deberíamos volver a la esperanza, a la confianza.
Nosotros sabemos que en Jesús lo tenemos todo y que Él puede hacernos dejar las cosas que aunque nos dan seguridad nos atan, nos impiden caminar con libertad, ir hacia el mismo Dios.
Recuperemos en Jesús la propia dignidad; contestemos con sinceridad lo que anhelamos, lo que queremos realmente ser y hacer. Jesús de muchas maneras nos hace sus discípulos y cada vez que su mano poderosa, cada vez que su amor, cada vez que su voz y enseñanzas nos tocan, recobramos la vista. Pidamos al Señor que por la fe alcanzamos la bendición y seamos capaces de ponernos en camino, sentirnos discípulos y seguirlo.
Los invito a que como Bartimeo comencemos una nueva vida pidiendo compasión al Señor, y sobre todo, pidiendo con fe: que yo vea. Digamos, quiero ver, quiero ponerme en camino, quiero seguirlos caminos del Señor y sobre todo, quiero comenzar una vida nueva al lado de Jesús que me permite ver y me da fuerzas para dar saltos en la fe.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: http://ow.ly/KDgs50Fe8gz
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