CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 28 DE 2018

PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 28 DE 2018

No hay que dejar pasar la oportunidad.

Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en el Señor que en su amor nos llama para que nos unamos al proyecto del Reino. Que sea una semana de bendiciones y de grandes alegrías.

En el Evangelio que la liturgia nos propone para este domingo 30 del tiempo Ordinario nos encontramos con un ciego que realmente no ve y que grita. Jesús en medio de la algarabía, del mucho ruido, escucha. Un hombre que pide a Dios que se apiade, que tenga misericordia de Él; Dios que se detiene, lo escucha y hace de él un hombre nuevo. La vida nos regala muchas oportunidades y no debemos dejar pasar de largo las oportunidades que nos liberan, las que hacen algo por nosotros, por nuestra dignidad.

Bartimeo, el ciego de Jericó (cfr. Mc. 10, 46-52) así lo entendió. No podía dejar pasar la oportunidad de encontrarse con Jesús; al saber que Jesús pasaba él estaba convencido que su salud, su recobrar la vista, podría ser una realidad. El ciego entendió que el vivir de la limosna, en soledad no podía seguir siendo lo suyo y no duda: quiero ver, le dice a Jesús; quiero recobrar la vista y así sucedió. La fe pudo abrir los caminos que el ciego necesitaba recorrer; esa fe se convirtió en un grito suplicante que llegó hasta Jesús; la fe le abrió los ojos cuando el ciego le abrió el corazón y su vida al Señor.

Jesús pasa y llena de posibilidades la vida, de luz la ceguera, de salud la enfermedad, de esperanza la tristeza.

Jesús pasa y nosotros debemos tomar la decisión de gritar, de clamar misericordia, de no seguir viviendo como mendigos, como ciegos. Vamos a comenzar a dejar que la fe nos lleve de nuevo a Jesús, que la fe haga de nosotros personas nuevas; vamos a ponernos en camino para decirle con plena verdad a Jesús, que queremos ver, queremos sanarnos, queremos ser diferentes.

Bartimeo no veía, pero si escuchaba y entendió la misión de Jesús, a lo que había venido a la tierra. Bartimeo creyó en el anuncio, en lo que le contaron de Jesús y solo esperó la oportunidad para encontrarse con Él y si era necesario gritar gritaba, pero Jesús no podía pasar de largo. La ceguera lo llevó en fe a gritar y a llegar hasta donde estaba el mismo Dios. Y eso necesitamos nosotros. La confianza nos tiene que llevar hasta Dios; que nadie quiera impedir que nos acerquemos, que nos escuche. Hay voces que quieren acallar, personas que no quieren nuestro cambio, nuestro acercarnos a Jesús. No nos demos por vencidos. Dios escucha al que grita con fe, al que es capaz de abandonarse en la esperanza, a quien ama y es capaz de amar hasta el extremo.

Tantas veces llamados por Jesús directa o indirectamente a estar con Él.

Llamados a dejarlo todo por el Reino. Bartimeo deja su capa, su historia, lo que tenía. Se despoja de todo inclusive hasta de la propia ceguera. Jesús lo era todo. Camino a Jerusalén, ya en la recta final, un ciego profesa la fe en Jesús como Hijo de David. Jesús vuelve a los ciegos la vista. Él es el Mesías esperado por todas las generaciones. ¿Será que los discípulos comenzarán también a entender a profesar la fe? El camino sigue y Jesús va adelante. Todo debe llegar al final, debe llegar a su cumplimiento.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.

PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 28 DE 2018

Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd

Fuente: http://ow.ly/JKNl30moW2A

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