En Jesús Zaqueo encontró la salvación
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor. Esta semana estamos siendo invitados por el Señor a abrirle el corazón y acogerlo en nuestra casa. Él quiere llegar, sernos cercanos; él nos trae la salvación y por eso la importancia de abrirnos a Él.
El texto del Evangelio con el que nos encontraremos es el de Lc. 19, 1-10 que nos presenta a Zaqueo, el publicano rico, bajo de estatura que quería ver a Jesús y considerado por los judíos como pecador.
Seguramente Zaqueo, mucho antes de tomar la decisión de “querer” ver a Jesús, había escuchado hablar de él, y de que Jesús era amigo de muchos otros publicanos con los que había compartido a la mesa y se había sentado con ellos; que a Leví lo había invitado a seguirlo y que los había defendido muchas veces, de los ataques constante de los fariseos. Jesús no generaba miedo a los publicanos, al contrario los movía la admiración a encontrarlo y escucharlo.
Y Zaqueo, que tenía gran curiosidad, encontró la manera de ver a Jesús.
No sabemos por qué tanta curiosidad o qué era lo que pretendía ver en realidad, pero seguramente en su corazón ya presentía que en Jesús iba a encontrar el amor, su salvación. Jesús volvía a ser el puente entre los pecadores y Dios, entre los marginados y el pueblo. Jesús significaba para los pecadores y excluidos el espacio de salvación y lugar de encuentro. Y pasó lo inesperado: Zaqueo fue visto por el Señor. Es Jesús el que quiere quedarse en casa de Zaqueo. No hay barreras, es Dios mismo acercándose a los pecadores; Jesús sale al encuentro de todos, sigue tomando iniciativas y moviendo corazones a la conversión.
Zaqueo siente que la presencia de Jesús en su casa es salvadora.
Jesús mismo es la salvación y en este encuentro Zaqueo toma decisiones importantes para su vida, se despoja de todo aquello que sabe es de los demás. Jesús al salvar a Zaqueo le devuelve la dignidad, el reconocimiento como ser humano digno de ser mirado, escuchado y amado.
Salgamos al encuentro del Señor, abrámosle la posibilidad de encontrarnos y dejemos que llegue a nuestras vidas.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: https://parroquiacarmelitascucuta.com
Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd