CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 31 DE 2016

PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 31 DE 2016

Un ser que se siente amado trabaja por la paz, alegra la vida de los demás.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Un abrazo cargado de bendiciones y lo mejor para la semana que comenzamos. Una semana para llenar la vida de esperanza en el cambio, una semana para reconocer el amor que Dios nos tiene y para dejar que la salvación, el amor, Jesús, entre a nuestra casa.

Cuando uno lee un texto como el Sabiduría 11, 22-12,2 el corazón se llena de alegría y de esperanza. Saber de un Dios que se compadece de todos, que da ocasión al ser humano para que se arrepienta. Saber que Dios, que ama todo cuanto existe, nos perdona a todos, porque todos somos suyos, que ama la vida porque en la vida está la eternidad, que corrige a los que caen, que les da la oportunidad de arrepentirse eso cambia la vida, alegra el corazón. Y luego, en el Evangelio, encontrarse con Jesús que va poniendo en práctica lo que ya sabíamos. Jesús nos hace a Dios presente y la presencia de Dios cambia el mundo delicadamente porque lo hace desde el amor, desde cada uno de nosotros.

Dios se hace palpable en Jesús, Dios se hace visible en Jesús; Jesús pasa enseñando, haciendo el bien, predicando la buena noticia. Jesús hace que el amor cobre vida en cada sanación, en cada gesto de perdón, en cada comida en casa de pecadores, en cada bendición a los niños, en cada palabra, en cada pan y en cada pescado que se reparte para todos. Jesús nos enseñó con la Palabra que el Padre Dios nos amaba y perdonaba y nos mostró en cada gesto hasta dónde se puede llegar en el amor.

Zaqueo entendió lo que era el amor; comprendió que la honradez y la generosidad son valores eternos que nacen de un encuentro real con Jesús. Zaqueo en el amor de Dios comprendió que lo que significaba ser amado, entendió que no era despreciado, que podía cambiar, ser diferente, iniciar una nueva vida. La salvación entró a la casa de Zaqueo el día en que éste decidió recibir a Jesús en su casa, comer con Él y escucharlo. Dios amó a Zaqueo; Zaqueo se dejó mirar y encontrar.

Zaqueo se salvó porque se dejó amar por Dios; bajó del árbol en cuanto Jesús le habló y cambió de vida cuando lo tuvo sentado a su mesa. Zaqueo se convierte en ejemplo que nos reta a nosotros que, a pesar de la invitación de Jesús, seguimos subidos al árbol mirando a Dios como alguien que pasa; seguimos sin querer reconocer que fuimos vistos y llamados por el Señor. Preferimos seguir siendo pequeños de corazón y tener que hacer todo para ver a Jesús, en lugar de abrir el corazón y dejar que el Señor nos colme y engrandezca con su amor.

Dios nos ama, pasa y te llama. Dios te eligió; ábrele la puerta, acojámoslo en casa y cenemos con Él. Dejemos que la salvación llegue a nuestro hogar, a nuestra vida y a la vida de nuestros seres queridos. Un ser que se siente amado por Dios es para el mundo un ser que trabaja y lucha por la paz, que es justo e inclusive ama a sus enemigos, deja de vivir para sí y comienza a vivir desde sí, desde su propia riqueza, para los demás.

Sal y da testimonio de que la salvación ha llegado a tu casa.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd