PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 4 DE 2020
La idea es cumplir la misión, hacer todo con amor sin apropiarnos de lo que no es nuestro.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo, mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en el Señor. Si Dios manifiesta su poder en el perdón y la misericordia, pienso que su grandeza la manifiesta en la confianza que tiene, en la paciencia con la que espera nuestra conversión y en el amor con el que nos ama.
Dios espera de nosotros los frutos que tenemos que dar, Dios nos ha dado, en la creación, el lugar que nos corresponde, pero ya es una opción del ser humano lo que hace con la misma. La idea de Dios es que la lleve a la plenitud, pero en muchos momentos la idea del ser humano es apoderarse, explotarla y apropiarse de lo que no le pertenece.
Desde el texto que nos presenta la liturgia (Mt.21,33-43) debemos entender que una parte de nuestra vida le pertenece a Dios, la parte que da frutos, que llena de alegría la vida; la parte que da sentido a lo que hacemos. A Dios le pertenece nuestro ser, el alma, el principio inmortal que nos hace imagen y semejanza. A Dios también, le pertenece nuestra tierra, el lugar en el que vivimos, trabajamos, luchamos día a día. Y Dios espera su parte, la que le corresponde. Dios nos ha dado lo mejor, lo que Él ha creado, la expresión de su gloria y dignidad, para que nosotros sembremos, cultivemos, recojamos frutos. Aquí somos administradores y a Dios es a quien tributamos gloria, damos parte de la cosecha. Dios es el Señor.
Dios espera su parte, tenemos una misión en la tierra
Se nos ha invitado a trabajar por la viña, por el pueblo. Dios nos ha dado toda la libertad para trabajar en la viña, pero espera parte de la cosecha. Nacimos para amar, existimos para amar; administramos lo que es de Dios. No vale la pena que nos apropiemos de lo que no es nuestro; la idea es cumplir la misión, dar a cada uno su parte, amar y amar. Que la ambición, que la codicia, que el egoísmo no nos vaya a llevar a destruir, a matar, a querer vivir solo para nosotros mismos.
Las ambiciones, la codicia, el egoísmo son contrarios a todo el querer de Dios, a nuestra vocación. Solo somos administradores, cultivadores; elegidos para que la viña produzca, para que sea cuidada, para trabajar para el Señor. La viña es el lugar del amor que hay que cuidar. No perdamos el horizonte, no nos apropiemos de las cosas de Dios, no acabemos queriendo sacar a Dios de su pueblo. Nada nos pertenece y podemos hacernos propietarios de lo que no es nuestro, no caigamos en la tentación de apoderarnos de lo que en Dios es de todos.
Dios es paciente y quiere que nosotros nos convirtamos
Nos envía personas para que caigamos en la cuenta, para que razonemos, para que volvamos al origen de nuestro ser. Nuestro comportamiento, aunque muchas veces ha sido contrario al querer de Dios, debe cambiar, debe incluir a Dios de nuevo, debe volver al amor que lleva a la plenitud la obra creadora.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: http://ow.ly/70SP50Bpi6C
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