PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 7 DE 2013
El problema del mundo es un problema del hombre.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana y de tantas partes del mundo. Una semana para pedirle al Señor que nos encuentre siempre dispuestos al servicio y a dar testimonio, mediante las obras, de la mucha o poca fe que tenemos. Hombres y mujeres tan llenos y seguros de Dios que somos capaces de cambiar el mundo desde el amor que todo lo perdona y todo lo entrega. Una semana para llenarse de Dios y para seguir pidiendo que nos aumente la fe.
“Cuando hayan hecho todo lo mandado, digan: “Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que debíamos hacer”” (Lc. 17,10)
De cierta manera podríamos decir que cada uno de nosotros, que nos llamamos cristianos, sabemos lo que tenemos qué hacer; lo que no sé es que si al menos llegaremos a poder decir que “somos siervos inútiles que hicimos lo que teníamos que haber hecho” El examen final con Dios no será de teorías, será sobre el amor nos dice san Juan de la Cruz. La fe es solo un canal por el que Dios nos permite sentir toda su grandeza y su poder así como es por la misericordia que nos permite sentir, experimentar su amor.
Las cosas de Dios han sido claras; los mandatos del Señor, los consejos, las enseñanzas de Jesús, casi que nos las sabemos de memoria. Sabemos también dónde encontrarlas. ¿Pero hemos hecho lo que teníamos qué hacer? Nos encontrará el Señor dispuestos, abiertos, amorosos.
Yo estoy plenamente convencido que mientras nosotros no nos enamoremos de Dios, mientras nosotros sigamos teniendo a Dios como un anexo, aunque sea importante en la vida, (pero anexo al fin de cuentas) y no le demos el protagonismo, el lugar que realmente merece; mientras que no “cale”, “penetre”, hasta los pensamientos, seguiremos pensando que los problemas de los pobres, de los presos, de los niños que mueren abandonados; que los problemas del hambre en el mundo, de la desnudez, de la violencia, son problemas de Dios.
Y lo más triste, es que nosotros seguiremos siendo siervos que no somos ni siquiera capaces de hacer lo que tenemos que hacer.
El problema del mundo es un problema del hombre; el problema del hambre, de la miseria, de la injusticia son problemas del hombre. Nos falta Dios, nos falta darle el lugar que le corresponde. Nos falta amarlo. “Ojalá escuchemos la voz del Señor, no endurezcamos el corazón” (Salmo 94)
Solo hay que mirar un poco más allá de sí mismo, del propio egoísmo, para darse cuenta que las personas que tienen a Dios en su ser y permiten que Él resplandezca, están comprometidos con todos los necesitados. Siguen caminando como Jesús y sanan y perdona y acogen y aman.
La falta de fe es falta de amor. Los miedos, los egoísmos, los complejos no superados, son falta de fe, falta de amor, falta de dar a Dios lo que es Dios. De sentir que somos importantes, eternamente amados y llamados a dar, cada uno según sus propias capacidades. La semilla ha sido arrojada a todos los terrenos.
Sabemos que hay que perdonar y todavía en el corazón hay odios. Sabemos que hay que renunciar a sí mismo y aún nos buscamos, nos creemos el centro de las cosas. Estamos llamados a la humildad, a lavarnos los pies y nos encerramos en el orgullo y la vanidad.
Nos ha mandado el Señor que nos amemos los unos a los otros y nada ha pasado. Que seamos pacientes y comprensivos. Que ayudemos y acojamos al pecador. Y que no busquemos los puestos de honor, que seamos pobres, limpios de corazón, mansos, misericordiosos y que trabajemos por la justicia y por la paz. ¿Hacemos lo que tenemos qué hacer?
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd
Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd