CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA SEPTIEMBRE 13 DE 2020

PARA ESTA SEMANA SEPTIEMBRE 13 DE 2020

Perdonar le sigue a la compasión y la compasión es la expresión tierna del alma enamorada.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo y los mejores deseos para esta semana que comenzamos. Dios nos haga compasivos frente a quien necesita, como nosotros de la compasión y del perdón.

Del texto del Evangelio con el que nos encontramos este domingo 24 del tiempo Ordinario (Mt.18, 21-35) creo que la respuesta que le da el Señor a la pregunta que le hace Pedro sobre las veces que uno debe perdonar, es lógica. La persona que ama, si ama con pasión, siempre perdona. Uno nunca puede calcular cuántas veces la persona a la que amo me puede ofender o puede hacerme daño (uno nunca espera eso), por eso la mejor respuesta sobre cuántas veces o cuándo la debo perdonar será: siempre y en cualquier circunstancia.

La misericordia es un don de enamorado, es un regalo del que es bueno, del que es perfecto como el Padre misericordioso lo es. La misericordia se puede adquirir, ser misericordioso se puede aprender. El ejemplo que nos ha dado Dios, el ejemplo de muchas personas, deben ser la fuerza que nos mueva al perdón. Hacer lo mismo que hace Dios con nosotros hacerlo con los demás; el trato que tiene Dios para cada uno es el trato con el que debemos tratar a los demás. Y Dios usa la misericordia cada vez que es necesario porque nos ama, porque cree en nuestro proyecto de vida, en la respuesta que podemos dar al mundo. La misericordia con la que perdonamos a los demás es casi una respuesta humilde a la misericordia que tiene Dios cuando nos perdona.

Misericordia y compasión. Que nos duelan los demás, que sus dolores, penas y sufrimientos pasen por nuestro corazón. Cualquier cosa mala que entra al corazón puede ser transformada desde el amor que abunda en el mismo. Nunca será difícil perdonar si nos compadecemos, si nos ponemos en el lugar del otro, en el dolor del ser amado. Perdonar es el movimiento que le sigue a la compasión y la compasión es la expresión tierna del alma enamorada.

La deuda que tiene el siervo es impagable. Nosotros le debemos a Dios mucho, tenemos una deuda que también podría decirse que es impagable. Pero Dios es paciente y compasivo, su amor nos justifica, nos hace dignos de su misericordia. El amarnos es el precio que Él está pagando por nuestro rescate y al rescatarnos nos vuelve a la vida ya que por el pecado estábamos condenados a la muerte. El Perdón es entonces una “gracia”, un regalo de Dios con el que restaura nuestra belleza.

No perdonar es dejar en la condena, en la “ausencia” en la pena a quien ha fallado, a quien ha pecado y aunque es incierto si quien ha pecado está dispuesto a pedir perdón, a recibirlo; ni siquiera sabemos si está arrepentido, pero no por esos condicionamientos nosotros debemos dejar de perdonar siempre. El perdón siempre traerá consigo la gratitud de quien se sabe amado y acogido, mirado con bondad, con compasión, con misericordia. Perdona siempre el que sabe y reconoce que él también ha sido perdonado y acogido. Todos somos iguales, todos somos dignos de amor, de perdón, de compasión y lo que hemos recibido gratis debemos darlo gratis.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.

Fuente: http://ow.ly/70SP50Bpi6C

PARA ESTA SEMANA SEPTIEMBRE 13 DE 2020

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