PARA ESTA SEMANA SEPTIEMBRE 30 DE 2018
El nombre de Jesús se pronuncia en cada gesto de amor, de ternura; en cada abrazo.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en el Señor Jesús que nos recrea en constante bondad y nos invita a descubrir en las personas que obran el bien las semillas del Evangelio. El que en el nombre del Señor hace obras buenas no puede ser “enemigo” del Reino. Está con Jesús y busca el fin de la revelación: la salvación. Cada gesto de amor, cada Palabra que colma el corazón son el reflejo del Dios que en todos y en todo muestra su grandeza y poderío.
El nombre de Jesús es poderoso; la confesión de corazón de su nombre salva, en su nombre puede alguien sanar, liberar. Quien confiesa el nombre de Jesús es porque ha entendido que de Dios viene la salvación y que todos, en la medida que estamos con Él, podemos ir por el mundo haciendo el bien. Luchando contra el mal.
Jesús tiene amigos “secretos”, personas que le siguen, que le admiran, pero en la distancia. Personas que entienden que el bien y la vida nueva están asociadas a Jesús, pero que, por miedos, tal vez, no se animan a dejarlo todo por Dios. En los buenos corazones Dios habita y por los buenos corazones Dios se hace presente en medio de los más necesitados. Las personas buenas encuentran a Cristo en los demás; las personas buenas sirven a Cristo en el prójimo porque saben que Dios nos y los habita; que todos somos de Él. Hagamos las cosas pensando que es a Cristo a quien se las hacemos.
Comencemos un proceso de purificación, de transformación, de vida nueva. Aprendamos a ser radicales frente a todo aquello que nos impide ser buenos, actuar como Dios. Evitemos escandalizar, volvamos a Dios, vivamos desde ahora la experiencia de la eternidad. Si cualquier cosa es un obstáculo para ser de Cristo, para adherirnos a Él, debemos “cortarla” de inmediato.
Vamos a hacernos, desde Jesús, el propósito de no entorpecer el bien, personas quieren hacerlo y aunque no sean de los “nuestros”, de nuestro grupo o iglesia, si en ellos está el espíritu del bien y del servicio, del amor y de la entrega, entonces está el Señor. Personas obran en el nombre de Jesús directa o indirectamente. El nombre de Jesús se pronuncia en la ternura, en el abrazo, en el gesto solidario. De Él (Jesús) muchos hablan y no hacen nada; otros no hablan y hacen. Hagamos cosas buenas en el nombre del Señor. No pongamos límites al bien que otros pueden hacer y mucho menos cuando lo hacen en el nombre del Señor.
Dios no es propiedad de ninguna religión, nadie tiene el por qué reservarse los derechos de las obras de Dios. El Señor toca, necesita de personas de corazón limpio para su obrar y si entre los cristianos difícilmente los encuentra entonces debe abrir el abanico a otras personas y culturas que haciendo el bien se identifican con el amor y el estilo de vida que propone Jesús para su Reino y de lo que se nos habla en los Evangelios.
Hagamos las obras que Dios quiere, acojamos las obras que Dios en los otros obra y construyamos juntos el Reino que desde Dios es posible.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
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Fuente: http://ow.ly/dvAu30moWHl