PARA ESTA SEMANA SEPTIEMBRE 5 DE 2021
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo, mi saludo con los mejores deseos de paz y bien; que en Jesús las puerta se abran, la ataduras sean liberadas y que el anuncio que hagamos esté cargado de autenticidad. Dios nos quiere sanar, vayamos o dejemos llevar a donde Él está para sentir su amor que toca nuestros corazones.
Del texto del Evangelio propuesto para este domingo (Mc. 7, 31-37) me sigue admirando profundamente que muchas personas se acerquen a Jesús para presentarle situaciones complicadas de otros, quieren interceder.
Y le llevan enfermos, le piden que les imponga las manos o que les diga al menos una Palabra para que queden sanados.
Dios bendiga a las personas que siguen llevando a Jesús a otros, que siguen siendo mensajeros de la buena noticia, que predican sobre Jesús y sobre todo que creen que en Él está la vida, la sanación, la alegría, la libertad.
Este domingo le llevan a Jesús a un hombre que, por sus limitaciones físicas, está aislado de todo y de todos; alguien que no puede relacionarse con la libertad que quisiera ni puede expresar lo que siente; vive su mundo, su propio silencio, su dolor y complejos, y que por lo tanto se hace dependiente de otros, de sus amigos, de sus padres. Y los que llevan al que es sordo y tartamudo saben que Jesús lo puede sanar, que este hombre en Jesús encontrará la alegría y su vida plena comenzará desde la experiencia de haber sido sanado y liberado por Jesús.
Jesús aparta al hombre, es prudente en su obrar y con gestos sencillos le hace entender al hombre que será sanado.
Jesús es instrumento de un amor que desborda al ser humano. Dios está presente en cada curación, en cada súplica que se hace con fe; solo en Dios las puertas se abren; con el poder de Dios Jesús obra. Todo lo que puede ser un obstáculo para la felicidad del hombre Jesús lo quita. Él abre, es Dios mismo tocando, sanando.
Cuando el hombre es tocado por Jesús, cuando nos dejamos llevar a un lugar aparte para estarnos con Él, cuando nos abandonamos llenos de confianza en sus manos, entonces todo se abre. Muchos debemos regresar a los brazos de Jesús, a momentos de soledad y de intimidad con Él, debemos escuchar de Dios la invitación a que nos abramos y en Jesús soltarnos; soltar las trabas, dejar las ataduras; volver a escuchar con claridad su Palabra pero sobre todo ir al mundo con el ímpetu de haber sido tocados, sanados por la mano de Dios que en Jesús se hace caricia.
Las cosas más increíbles suceden en Dios, lo que es natural de Dios, amar y sanar y vendar heridas y perdonar, muchas personas lo necesitan. Nosotros también llevemos a Dios a la gente que necesita de Él. Dios lo tiene todo para que desde Él vayamos al mundo a predicar el Reino. Nosotros podemos abrirnos y la experiencia amorosa de Dios y podemos hacer que mucha gente también se sane y se abra. Jesús sigue pasando, llegando a nuestra casa, no lo dejemos pasar de largo que alguna puerta tiene que abrirse en nuestra vida para que entre la paz, la salvación a nuestra vida, a nuestra casa.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: http://ow.ly/KDgs50Fe8gz