CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

REFLEXIÓN PARA EL 19 DE JULIO

¡QUE TENGAS UN MAGNIFICO DÍA!

¿Quieres un magnifico día?
Convierte este deseo en oración.
Cree que vas a obtener esta gracia, comienza a pensar y sentir que Dios está escuchando tu maravillosa petición.
Pero recuerda: “A Dios rogando y con el mazo dando”.
Hazte realizador de tu deseo.
Poniéndote en camino de lograrlo, decidiendo llevar contigo a Dios como tu guía, compañero y socio, hoy, durante toda la jornada.
Cualquier triunfo que alcances y todos los bienes que recibas se deberán mucho más a Dios que a tu capacidad y esfuerzo.
¡Que tengas un magnífico día!
Sé para los otros la mejor compañía para que ellos tengan un magnífico día.
Tiberio López Fernández

EPÍSTOLA DE SANTIAGO

CAPÍTULO 4

CAPÍTULO 4, 1-3

1 ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones que luchan en vuestros miembros?
2 ¿Codiciáis y no poseéis? Matáis. ¿Envidiáis y no podéis conseguir? Combatís y hacéis la guerra. No tenéis porque no pedís.
3 Pedís y no recibís porque pedís mal, con la intención de malgastarlo en vuestras pasiones.

CAPÍTULO 4, 4-7

4 ¡Adúlteros!, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, pues, que desee ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios.
5 ¿Pensáis que la Escritura dice en vano: Tiene deseos ardientes el espíritu que él ha hecho habitar en nosotros?
6 Más aún, da una gracia mayor; por eso dice: = Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. =
7 Someteos, pues, a Dios; resistid al Diablo y él huirá de vosotros.

CAPÍTULO 4, 8-11

8 Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros. Purificaos, pecadores, las manos; limpiad los corazones, hombres irresolutos.
9 Lamentad vuestra miseria, entristeceos y llorad. Que vuestra risa se cambie en llanto y vuestra alegría en tristeza.
10 Humillaos ante el Señor y él os ensalzará.
11 No habléis mal unos de otros, hermanos. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la Ley y juzga a la Ley; y si juzgas a la Ley, ya no eres un cumplidor de la Ley, sino un juez.

CAPÍTULO 4, 12-17

12 Uno solo es el legislador y juez, que puede salvar o perder. En cambio tú, ¿quién eres para juzgar al prójimo?
13 Ahora bien, vosotros los que decís: «Hoy o mañana iremos a tal ciudad, pasaremos allí el año, negociaremos y ganaremos»;
14 vosotros que no sabéis qué será de vuestra vida el día de mañana… ¡Sois vapor que aparece un momento y después desaparece!
15 En lugar de decir: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello».
16 Pero ahora os jactáis en vuestra fanfarronería. Toda jactancia de este tipo es mala.
17 Aquel, pues, que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.

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