La pobreza impone ciertamente al hombre privaciones rudas, más no le despoja de su libertad y dignidad.
P. Julio Matovelle (Fundador de Misioneros Oblatos)
PROVERBIOS
Capítulo 4
CAPÍTULO 4, 1-6
1 Escuchad, hijos, la instrucción del padre, estad atentos para aprender inteligencia,
2 porque es buena la doctrina que os enseño; no abandonéis mi lección.
3 También yo fui hijo para mi padre, tierno y querido a los ojos de mi madre,
4 El me enseñaba y me decía: «Retén mis palabras en tu corazón, guarda mis mandatos y vivirás.
5 Adquiere la sabiduría, adquiere la inteligencia, no la olvides, no te apartes de los dichos de mi boca.
6 No la abandones y ella te guardará, ámala y ella será tu defensa.
CAPÍTULO 4, 7-13
7 El comienzo de la sabiduría es: adquiere la sabiduría, a costa de todos tus bienes adquiere la inteligencia.
8 Haz acopio de ella, y ella te ensalzará; ella te honrará, si tú la abrazas;
9 pondrá en tu cabeza una diadema de gracia, una espléndida corona será tu regalo».
10 Escucha, hijo mío, recibe mis palabras, y los años de tu vida se te multiplicarán.
11 En el camino de la sabiduría te he instruido, te he encaminado por los senderos de la rectitud.
12 Al andar no se enredarán tus pasos, y si corres, no tropezarás.
13 Aférrate a la instrucción, no la sueltes; guárdala, que es tu vida.
CAPÍTULO 4, 14-19
14 No te metas por la senda de los perversos, ni vayas por el camino de los malvados.
15 Evítalo, no pases por él, apártate de él, pasa adelante.
16 Porque ésos no duermen si no obran el mal, se les quita el sueño si no han hecho caer a alguno.
17 Es que su pan es pan de maldad, y vino de violencia es su bebida.
18 La senda de los justos es como la luz del alba, que va en aumento hasta llegar a pleno día.
19 Pero el camino de los malos es como tinieblas, no saben dónde han tropezado.
CAPÍTULO 4, 20-27
20 Atiende, hijo mío, a mis palabras, inclina tu oído a mis razones.
21 No las apartes de tus ojos, guárdalas dentro de tu corazón.
22 Porque son vida para los que las encuentran, y curación para toda carne.
23 Por encima de todo cuidado, guarda tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida.
24 Aparta de ti la falsía de la boca y el enredo de los labios arrójalo de ti.
25 Miren de frente tus ojos, tus párpados derechos a lo que está ante ti.
26 Tantea bien el sendero de tus pies y sean firmes todos tus caminos.
27 No te tuerzas ni a derecha ni a izquierda, aparta tu pie de la maldad.
PROVERBIOS
Capítulo 5
CAPÍTULO 5, 1-6
1 Presta, hijo mío, atención a mi sabiduría, aplica tu oído a mi prudencia,
2 para que guardes tú la reflexión y tus labios conserven la ciencia. No hagas caso de la mujer perversa,
3 pues miel destilan los labios de la extraña, su paladar es más suave que el aceite;
4 pero al fin es amarga como el ajenjo, mordaz como espada de dos filos.
5 Sus pies descienden a la muerte, sus pasos se dirigen al seol.
6 Por no seguir la senda de la vida, se desvía por sus vericuetos sin saberlo.
CAPÍTULO 4, 14
7 Así pues, hijo mío, escúchame, no te apartes de los dichos de mi boca:
8 aleja de ella tu camino, no te acerques a la puerta de su casa;
9 no sea que ella dé tu honor a otro y tus años a un hombre cruel;
10 no se harten de tus bienes los extraños, ni paren tus fatigas en casa del extranjero;
11 no sea que gimas a la postre cuando tu cuerpo y tu carne se consuman,
12 y digas: «Ay de mí, que he odiado la instrucción, mi corazón ha despreciado los reproches,
13 no he escuchado la voz de mis maestros ni he prestado oídos a los que me instruían.
14 A punto he estado de cualquier desgracia, en medio de la asamblea y la comunidad.»
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