En la vida de este santo confluyen la leyenda con los datos históricos reales.
LA LEYENDA
Como es natural, muchas de las sedes más antiguas hicieron el intento de establecer su origen en tiempos de los Apóstoles o en el de los discípulos de los Apóstoles. Entre las que trataron de vincularse con San Pedro, están la de Colonia y la de Tréveris (la sede de Colonia tuvo a dos obispos con el nombre de Materno, uno en el siglo primero y el otro en el cuarto). La historia legendaria afirma que Materno era el hijo de la viuda de Naím resucitado por Jesucristo, y que, en el año 50, el propio San Pedro lo envió junto con San Eucario y San Valerio, a evangelizar las Galias.
Cuando los misioneros llegaron a Ehl, en Alsacia, murió Materno y sus compañeros se trasladaron a Roma para informar a San Pedro. Este les hizo entrega de su báculo, con instrucciones para que lo pusieran sobre el cuerpo del muerto. Se ejecutaron las órdenes del Apóstol, y Materno resucitó por segunda vez y pudo predicar el Evangelio a «los pueblos de Tongrés, Colonia y Tréveris y otras comarcas vecinas”. Casi exactamente la misma historia se cuenta sobre otros misioneros apostólicos de las Galias.
LA HISTORIA REAL
San Materno fue el primer obispo de Colonia, Alemania, según documentos que constatan su participación en los sínodos de Roma (313) y de Arlés (314).
Materno fue el primer obispo de Colonia de quien se tienen noticias ciertas: se le menciona en relación con el controvertido asunto de los donatistas. Los obispos cismáticos del África presentaron una petición al emperador Constantino en contra del obispo católico Cecilio, para solicitar que su caso fuese juzgado por los obispos de las Galias, que no tenían ningún interés particular en el asunto. El emperador mandó llamar a tres obispos galos para que asistieran al proceso que se iba a realizar en Roma. Los tres prelados eran: Reticio de Autun, Marino de Arles y Materno de Colonia. Terminado el juicio, en el año de 313, Cecilio fue absuelto y reivindicado por unanimidad.
Los donatistas pidieron la celebración de un nuevo proceso y el emperador ordenó que se convocara a un Concilio para tratar la cuestión. Esta asamblea tuvo lugar el año siguiente, en Arles y, otra vez, San Materno fue uno de los obispos participantes. Es posible que en algún período de su existencia haya sido obispo de Tréveris.
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