Al llegar Ponciano a la Cátedra de Pedro, en el año 230, encontró a la Iglesia dividida por un cisma, cuyo autor era el sacerdote Hipólito, un maestro afamado por su conocimiento de la Escritura y por la profundidad de su pensamiento.
Hipólito no se había avenido a aceptar la elección del diácono Calixto como papa (217) y, a partir de ese momento, se había erigido en jefe de una comunidad disidente, estimando que él representaba a la tradición, en tanto que Calixto y sus sucesores cedían peligrosamente al último capricho.
El año 235 estalló la persecución de Maximiano. Constatando que los cristianos de Roma se apoyaban en los dos obispos, el emperador mandó que arrestasen a ambos, y les condenó a trabajos forzados.
Deportados a Cerdeña
Para que la Iglesia no se viera privada de cabeza en circunstancias tan difíciles, Ponciano renunció a su cargo e Hipólito hizo otro tanto.
Deportados a Cerdeña, se unieron en una misma confesión de fe, y no tardaron en encontrar la muerte. Después de la persecución, el papa Fabián (236-250), pudo llevar a Roma los cuerpos de ambos mártires. El 13 de agosto es precisamente el aniversario de esta traslación.
Pronto se echó en olvido que Hipólito había sido el autor del cisma. Sólo se tuvo presente al mártir y doctor, hasta tal punto que un dibujo del siglo IV asocia sus nombres a los de Pedro y Pablo, Sixto y Lorenzo.
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1 PEDRO
CAPÍTULO 1 16-21
16 Como dice la Escritura: = Seréis santos, porque santo soy yo. =
17 Y si llamáis Padre a quien, sin acepción de personas, juzga a cada cual según sus obras, conducíos con temor durante el tiempo de vuestro destierro,
18 sabiendo que = habéis sido rescatados = de la conducta necia heredada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o = plata, =
19 sino con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo,
20 predestinado antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos a causa de vosotros;
21 los que por medio de él creéis en Dios, que le ha resucitado de entre los muertos y le ha dado la gloria, de modo que vuestra fe y vuestra esperanza estén en Dios.
CAPÍTULO 1 22-24
22 Habéis purificado vuestras almas, obedeciendo a la verdad, para amaros los unos a los otros sinceramente como hermanos. Amaos intensamente unos a otros con corazón puro,
23 pues habéis sido reengendrados de un germen no corruptible, sino incorruptible, por medio de la Palabra de Dios viva y permanente.
24 Pues = toda carne es como hierba y todo su esplendor como flor de hierba; se seca la hierba y cae la flor; =
= Pero la palabra Del Señor permanece eternamente. = y esta es la palabra: la Buena Nueva anunciada a vosotros.
CAPÍTULO 2 1-5
1 Rechazad, por tanto, toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias.
2 Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación,
3 si es que = habéis gustado que el Señor es bueno. =
4 Acercándoos a él, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios,
5 también vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo.
CAPÍTULO 2 6-11
6 Pues está en la Escritura: = He aquí que coloco en Sión una piedra angular, elegida, preciosa y el que crea en ella no será confundido. =
7 Para vosotros, pues, creyentes, el honor; pero para los incrédulos, = la piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido, =
8 = en piedra de tropiezo y roca de escándalo. = Tropiezan en ella porque no creen en la palabra; Para esto han sido destinados.
9 Pero vosotros sois = linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, = para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz
10 vosotros que en un tiempo = no = erais = pueblo = y que ahora sois el Pueblo de Dios, de los que antes = no se tuvo compasión, = pero ahora = son compadecidos. =
11 Queridos, os exhorto a que, como = extranjeros y forasteros, = os abstengáis de las apetencias carnales que combaten contra el alma.
CAPÍTULO 2 12-17
12 Tened en medio de los gentiles una conducta ejemplar a fin de que, en lo mismo que os calumnian como malhechores, a la vista de vuestras buenas obras den gloria a Dios en el día de la Visita.
13 Sed sumisos, a causa del Señor, a toda institución humana: sea al rey, como soberano,
14 sea a los gobernantes, como enviados por él para castigo de los que obran el mal y alabanza de los que obran el bien.
15 Pues esta es la voluntad de Dios: que obrando el bien, cerréis la boca a los ignorantes insensatos.
16 Obrad como hombres libres, y no como quienes hacen de la libertad un pretexto para la maldad, sino como siervos de Dios.
17 Honrad a todos, amad a los hermanos, temed a Dios, honrad al rey.
CAPÍTULO 2 18-25
18 Criados, sed sumisos, con todo respeto, a vuestros dueños, no sólo a los buenos e indulgentes, sino también a los severos.
19 Porque bella cosa es tolerar penas, por consideración a Dios, cuando se sufre injustamente.
20 ¿Pues qué gloria hay en soportar los golpes cuando habéis faltado? Pero si obrando el bien soportáis el sufrimiento, esto es cosa bella ante Dios.
21 Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo sufrió por vosotros, dejándoos ejemplo para que sigáis sus huellas.
22 El que no cometió pecado, = y en cuya boca no se halló engaño; =
23 el que, al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer, no amenazaba, sino que se ponía en manos de Aquel que juzga con justicia;
24 = el mismo que, = sobre el madero, = llevó nuestros pecados = en su cuerpo, a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia; = con cuyas heridas habéis sido curados. =
25 Erais = como ovejas descarriadas, = pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras almas.