CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

SPE SALVI DEL PAPA BENEDICTO XVI

La Carta Encíclica, expone en el texto el papel que cumple la virtud de la esperanza en el mundo actual y la necesidad de que los cristianos recuperen su auténtico sentido.

· La esperanza está íntimamente relacionada con la fe. «Es un don que cambia la vida de quién lo recibe, como lo muestra la experiencia de tantos santos y santas».

· Solo el conocimiento del Dios verdadero traerá la esperanza al hombre. El hombre no es solo el producto de condiciones económicas y no es posible curarlo solo desde fuera, creando condiciones económicas favorables.

· La ciencia puede contribuir mucho a la humanización del mundo y de la humanidad. Pero también puede destruir al hombre y al mundo si no está orientada por fuerzas externas a ella misma. No es la ciencia la que redime al hombre. El hombre es redimido por el amor.

· Lugares de aprendizaje y del ejercicio de la esperanza. El primero es la oración: Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha. Cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios. El segundo lugar de aprendizaje es el actuar: La esperanza es la virtud con la cual luchamos para que las cosas no acaben en un final perverso, por el contrario ayuda a mantener al mundo abierto a Dios. El sufrimiento es otro lugar de aprendizaje: lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento ni huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación madurar y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito. El último lugar de aprendizaje es el Juicio de Dios: La fe en el Juicio Final es ante todo esperanza. Nuestra esperanza es siempre y esencialmente también esperanza para los otros; sólo así es realmente esperanza para mí.

María, estrella de la esperanza. Madre nuestra enséñanos a creer, esperar y amar contigo. Indícanos el camino hacia su reino. Estrella del mar, brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino.

SPE SALVI DEL PAPA BENEDICTO XVI

Santa Sede

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